No te quedes inmóvil al borde del camino
No congeles el júbilo
No quieras con desgana
No te salves ahora
Ni nunca
No te salves
No te llenes de calma
No reserves de mundo
Sólo un lugar tranquilo
No dejes caer los párpados
Pesados como juicios
No te quedes sin labios
No te duermas sin sueño
No te pienses sin sangre
No te juzgues sin tiempo...
Mario Benedetti
El final del poema dice “si lo haces no te quedes conmigo”. ¿Nos quedaríamos con nosotros mismos?.
Todos en algún momento nos hemos hecho daño a nosotros mismos. Por algo que hemos hecho, o que no hemos hecho, por algo que nos han hecho o nos hemos dejado hacer. Cuando eso ocurre perdemos la confianza en nuestro yo intrínseco.
Esta pérdida de confianza nos lleva a cerrarnos y nos paraliza, nos deja en ese limbo en el que ya no tenemos fuerzas para luchar y tampoco la confianza necesaria y “nos salvamos”, “nos quedamos inmóviles” y dejamos de vivir nuestra vida, para simplemente sobrevivir. Algo que siempre he oído decir a alguien a quien quiero mucho, “hay unos pocos que viven, el resto simplemente sobrevivimos” (esta persona lo aplicaba a otra materia, pero yo prefiero ésta).
Una amiga, en una conversación, me relataba: “Hace un tiempo me hice muchísimo daño y todavía estoy intentado sobreponerme, me dí el primer mazazo, y luego llegaron otros más pequeños, pero en un espacio relativamente corto como para haberlo superado. Mis reacciones y decisiones no fueron las que yo esperaba de mi, y perdí la confianza en mi yo intrínseco. ¿Cómo podría embarcarme en una aventura nueva, si es probable que naufrague por mi propia culpa? Si ya no confío ni en mis propias reacciones, ni decisiones.
Y me salvo, me quedo bien resguardado, para no mojarme, no tropezarme, no caerme, no lastimarme, y no sufro... ¡mentira!, no es un sufrimiento espontáneo, no es un latigazo, no es una fuente de lágrimas, pero algo te va royendo por dentro, te va comprimiendo el corazón, los pulmones, la garganta, hasta que un día mueres de asfixia. Es un dolor tenue que se va apoderando de ti poco a poco, se adueña de ti y como en una espiral cuanto más lo sientes más miedo tienes a cambiar, más paralizado te sientes, más intentas convencerte a ti mismo de que debes salvarte y sin darte cuenta eres tu propio verdugo.”
Seguro que esta historia es común a todos nosotros, en algún momento de nuestra vida lo habremos sentido, experimentado. Para ésto sólo hay una solución, perdonarnos a nosotros mismos y restaurar la confianza en nuestro yo. Las pautas no las voy a dar, las desconozco, no leo libros de auto-ayuda.
No nos salvemos, no nos quedemos inmóviles al borde del camino, vivamos la vida que queremos vivir, aunque nos sea tan difícil.
Supongo que todos hemos pasado por etapas muy duras que no hemos sabido o podido afrontar, sintiéndonos indefensos y creando una desconfianza en nosotros míos que es difícil de deshacer, pero creo que a la vez sirve para hacernos madurar y de algún modo conocer nuestro "yo" desconocido.
ResponderEliminarUn besote-abrazo grande grande
El enemigo
ResponderEliminarNos mira. Nos está acechando. Dentro
de ti, dentro de mí, nos mira. Clama
sin voz, a pleno corazón. Su llama
se ha encarnizado en nuestro oscuro centro.
Vive en nosotros. Quiere herirnos. Entro
dentro de ti. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.
Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento. Mata
más que el olvido. Abrasa con carbones
inextinguibles. Deja devastados
días de sueños. Malaventurados
los que le abrimos nuestros corazones.
De "Cuanto sé de mí" 1957
Jose Hierro.
Cuánto desconcierto en momentos de crisis interna, algo está cambiando. Lo que no tenemos en cuenta es que todos los cambios son oportunidades, cuando nos damos cuenta de ello, el enemigo, ese diálogo interior que nos abrasa los corazones, deja paso al aliado, al amigo, al buen amante, al yo desbocado que no se quedará inmóvil al borde del camino y hará brotar lo mejor de nosotros...
Enhorabuena amiga..los sueños si los persigues con fuerza se convierten en realidad.
La moni.